“Con León XIV cambia la línea vaticana sobre Ucrania”

Entrevista a Giovanni Maria Vian

“Lo de Provost fue una elección preparada, lo de Parolin no era una opción real”

Gianni Maria Vian. Giovanni Maria Vian es un profesor italiano de filología patrística y periodista.

Giovanni Maria Vian, fue director de L’Osservatore romano, el diario de la Santa Sede, desde 2007 hasta el 2018

Guillermo Simón-Castellvi

Giovanni Maria Vian, exdirector de L’Osservatore Romano y catedrático de la Universidad La Sapienza de Roma, ha publicado recientemente en España el ensayo El último Papa (Deusto). Un libro que recorre de forma crítica los últimos pontificados y reflexiona sobre un posible cambio de etapa en la dirección de la Iglesia. Entre las figuras analizadas aparece también Robert Francis Prevost, considerado ya entonces como uno de los favoritos para el cónclave cuando el volumen fue escrito, hace aproximadamente un año. Hoy Prevost es el papa León XIV y, según Vian, sus primeros pasos permiten mirar al futuro con optimismo.

Profesor Vian, ¿qué le ha llamado más la atención en estos primeros días de Prevost?

Muchas cosas. Pero una destaca con total claridad: su posición sobre la guerra en Ucrania.

¿Hay diferencias con el enfoque de Francisco sobre el tema?

Absolutamente, y saltan a la vista. Hay un giro claro. Permítame citarme: en el 2022, poco después de la invasión rusa, en una entrevista con La Vanguardia dije que Francisco hablaba como Lula da Silva. Es decir, con acentos antiestadounidenses, inclinado hacia Rusia, aunque reiterara su cercanía al pueblo ucraniano. Esa fue la línea que mantuvo.

¿Y Prevost?

En el 2022 dijo justo lo contrario: denunció la agresión imperialista rusa y la violación de los derechos humanos.

¿Entonces cree usted que hay una ruptura?

No. Que haya diferencias no significa que haya una ruptura. La gratitud de León XIV hacia Francisco es sincera y muy grande. Al fin y al cabo, fue el papa Bergoglio quien lo impulsó, lo llevó a Roma y lo promovió de muchas maneras.

¿Veremos también diferencias en la posición sobre Oriente Medio?

En general, creo que será un papa muy cuidadoso con sus palabras, evitará los tonos abrasivos, pero el fondo no cambiará.

¿Por qué?

Porque el fondo es el mismo: desde que la Iglesia perdió el poder temporal, ha impulsado un esfuerzo diplomático constante contra la guerra. El discurso de Pablo VI en la ONU, en 1965, sigue siendo muy actual.

¿Le sorprendió la elección de Prevost?

No. Creo que fue una elección preparada y que marca además la derrota del vaticanismo, especialmente del italiano.

“León XIV será un hombre muy cuidados con sus palabras, evitará los tonos abrasivos”

En Italia, y no solo allí, se impulsó mucho la candidatura del secretario de Estado Pietro Parolin. ¿Tenía posibilidades reales?

Creo que no. Los cardenales insistieron en un punto: querían un pastor. Parolin fue colaborador de un párroco solo durante dos años y luego hizo carrera diplomática. No tenía posibilidades reales.

Usted dedica un capítulo de su libro a los secretarios de Estado, figuras clave en los pontificados, pero que rara vez son elegidos Papa. ¿Fue eso un factor de debilidad para Parolin?

En parte sí. Solo tres de 53 han sido elegidos papas. El primero fue Alejandro VII, Fabio Chigi; el último fue Eugenio Pacelli, Pío XII. Eran grandes personalidades muy distintas de Parolin, excelente diplomático y conocido pero que nunca fue una figura especialmente visible.

Antes del cónclave hubo un largo debate sobre si debía prevalecer un papa conservador o progresista. ¿Dónde sitúa a Prevost?

Es un papa que no fue etiquetado de inmediato, y eso ya es un gran logro. A ojos de muchos observadores, parece reunir las dos almas, y eso también explica su elección.

¿Qué pensó al ver a León XIV en el balcón?

Por primera vez un papa se presentó con unas notas claramente preparadas con antelación, no escritas en los pocos minutos entre la elección y la salida al balcón. Fue un discurso muy bien estructurado, que muestra sus capacidades intelectuales. Me impresionó que hablara en dos lenguas, italiano y español. Es la primera vez.

¿Ha hecho algún gesto que le haya parecido relevante?

Todos. Entiende los mecanismos de la comunicación, pero no los utilizará en un sentido populista, como su predecesor.

En su primer encuentro con los periodistas, el Papa —uno de los últimos soberanos absolutos— habló incluso de libertad de expresión, un concepto típicamente liberal, y lo hizo justo cuando el presidente de la principal democracia del mundo, Estados Unidos, está enviando señales contradictorias, excluyendo de la Casa Blanca a periodistas incómodos.

Así es. Y por eso el elemento americano es muy relevante.

“Hay diferencias, pero no una ruptura. Prevost le debe mucho a Bergoglio”

¿Por qué considera tan importante su origen norteamericano?

Se ha roto el tabú de que un estadounidense no podía ser papa. Solo el director Paolo Sorrentino había imaginado algo así. Él representa lo mejor de América: es hijo de la mezcla, de ese gran país joven que debe acoger a todos, y según el nuevo Papa debe seguir haciéndolo.

¿Por eso ha sido atacado por los partidarios de Trump?

Sí, un grupo de fanáticos lo ha atacado. Pero de momento no Trump, que es demasiado intuitivo como para posicionarse de inmediato contra el Papa.

En su libro usted sostiene que los tres últimos pontificados, por muy innovadores que hayan sido, fueron insuficientes en el gobierno de la Iglesia. ¿Por qué?

El de Karol Wojtyla fue una auténtica revolución. Venía de un país comunista y se volcó en mostrar la presencia del Papa por todo el mundo. Pablo VI hizo nueve viajes entre 1964 y 1970; Juan Pablo II hizo 104. Pero dejó la curia en manos de los italianos, sobre todo del mejor, aunque no fuera de su grupo: Agostino Casaroli, y luego Angelo Sodano. Eso hizo que la curia creciera de manera desordenada, como un árbol que no se poda. Benedicto XVI fue el papa teólogo más importante, comparable solo con Inocencio III y León Magno. Pero confió en un amigo, Bertone, que no consiguió ayudarlo como hubiera merecido ese gran pontífice.

“Entiende la comunicación, pero no la utilizará en un sentido populista”

¿Y la gestión de Francisco?

Francisco heredó una situación desastrosa. El colegio cardenalicio le pidió que actuara. Y él llegó con dos prejuicios: siempre se había sentido incómodo en Roma. Así que hizo todo por su cuenta.

¿Lo logró?

Fue un pontificado muy prometedor en sus intenciones y en sus palabras, especialmente al principio. Pero luego hubo una serie de contradicciones que causaron más divisiones que las que encontró. Murió en escena, como Molière, en lo que algunos han llamado la apoteosis de un papado mediático, como lo había sido el de Juan Pablo II. En la gestión de su salud no confió en nadie, lo que aceleró su declive. Era un peronista de derechas, que demostró una sensibilidad social que lo hizo adoptado por la izquierda.

¿Entonces espera diferencias con León XIV?

No en la doctrina. Pero sí en la forma de presentarla. Hay que ser antiguos y modernos, como decía Pablo VI, que añadía: ¿De qué sirve decir la verdad si los hombres de nuestro tiempo no nos comprenden?

¿Y en la gestión de la curia?

Habrá menos confusión. El Papa controlará más y confiará en las estructuras que lo apoyan, algo que Francisco no hizo, generando no pocos problemas.

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