Anticuerpos contra Trump

visión periférica

Atacado por un agente externo, el organismo genera anticuerpos para defenderse. El mundo, también. La ofensiva de Donald Trump contra el orden internacional y las normas que lo regulan en nombre de la ley del más fuerte, sus ataques a la soberanía e integridad territorial de otros países, sus extorsiones comerciales contra socios y adversarios, y sus descaradas injerencias políticas en favor de la extrema derecha en todo el mundo han empezado a generar una resistencia que amenaza con contrariar los planes del presidente de Estados Unidos y sus adláteres. La nueva ola ultraconservadora desatada por Washington, cuyos promotores confiaban en exportar a todo el mundo como un tsunami, ha empezado a chocar con fuertes diques. Así en Canadá, Australia o Albania. Y en el mismísimo Vaticano.

Para ser el primer Papa estadounidense de la Historia, la elección del cardenal Robert Francis Prevost el 8 de mayo como nuevo pontífice bajo el nombre del León XIV no podía ser más contraria a los aires que emanan hoy de la Casa Blanca. Hombre muy próximo a su antecesor, el papa Francisco, y apegado a la doctrina social de la Iglesia –el nombre elegido reivindica el legado de León XIII, autor de la histórica encíclica Rerum Novarum de 1891 en la que defendía los derechos de las clases trabajadoras–, el perfil del nuevo pontífice es la antítesis de lo que Trump y el movimiento MAGA ( Make America Great Again) hubieran deseado.

La derecha de EE.UU., que quería un Papa conservador, ve en León XIV un “anti Trump”

La Iglesia de EE.UU. ha sido en los últimos años uno de los focos principales de la resistencia conservadora a las reformas del papa Francisco y su gran objetivo en este cónclave era evitar la elección de otro pontífice progresista, lo que coincidía plenamente con los deseos de la galaxia trumpista. El antiguo gurú de Trump, Steve Bannon, quien había apostado por un candidato netamente conservador –el cardenal guineano Robert Sarah–, no ha ocultado su decepción, afirmando que la elección de Prevost es “un voto anti Trump de la Iglesia profunda ”. El movimiento MAGA se dedica estos días a agitar en las redes sociales viejas sospechas sobre Prevost por supuesta inacción o encubrimiento en casos de abusos.

Para la Casa Blanca la elección de Prevost es una mala noticia. El presidente de EE.UU., Donald Trump, y su vicepresidente, J.D. Vance, celebraron formalmente la elección de un papa estadounidense, pero entre el nuevo pontífice y la istración norteamericana el desencuentro es manifiesto. Prevost ha sido muy crítico con la política migratoria de Trump y ha llegado a rectificar públicamente a Vance –convertido al catolicismo en 2019 y alineado con los sectores más integristas– sobre el trato que merecen los inmigrantes según el Evangelio.

TOPSHOT - Newly elected Pope Leo XIV, Robert Prevost from the main central loggia balcony of the St Peter's Basilica for the first time, after the cardinals ended the conclave, in The Vatican, on May 8, 2025. Robert Francis Prevost was on Thursday elected the first pope from the United States, the Vatican announced. A moderate who was close to Pope Francis and spent years as a missionary in Peru, he becomes the Catholic Church's 267th pontiff, taking the papal name Leo XIV. (Photo by Tiziana FABI / AFP)

Robert Francis Prevost, tras ser elegido Papa con el nombre de León XIV

TIZIANA FABI / AFP

El del Vaticano, aunque de enorme alcance, no ha sido el primer tropiezo del trumpismo allende sus fronteras. Cronológicamente abrió la cuenta Canadá con las elecciones del 28 de abril. El acoso del presidente de EE.UU. contra su vecino del norte –con nuevos aranceles y una presión insistente por anexionarse el país como 51º estado de EE.UU.– ha tenido un efecto boomerang, excitando el nacionalismo canadiense y cambiando radicalmente el escenario político.

A principios de año, los liberales del dimisionario primer ministro Justin Trudeau estaban en caída libre, veinticuatro puntos por detrás del partido conservador de Pierre Poilievre, un populista de corte trumpista. Pero vino la arremetida de Trump y cambiaron las tornas: el primer ministro interino y candidato liberal, Mark Carney –exgobernador del Banco Central de Canadá y del Banco de Inglaterra, por más señas–, que había plantado cara al amigo americano enarbolando la bandera del patriotismo, se hizo con la victoria en una remontada espectacular por 43,7% a 41,3% (dejando además a Poilievre sin su escaño)

En Australia, que votó el 3 de mayo, sucedió algo muy similar. A principios de año, aunque con una ventaja no muy abultada, el partido Nacional-Liberal del conservador Peter Dutton, con una campaña de ecos trumpistas centrada en la inmigración, la inseguridad y el despilfarro, se presumía ganador de las elecciones, en detrimento del primer ministro laborista Anthony Albanese. Los sondeos empezaron a cambiar de signo con el regreso de Trump a la Casa Blanca –y su regalo envenenado en forma de aranceles– y las elecciones las acabó ganando Albanese por mayoría absoluta, dejando a los conservadores con el peor resultado de su historia (curioso: también aquí, el líder conservador perdió su escaño)

El trumpismo ideológico ha sido derrotado en cascada en Canadá, Australia y Albania

El último tropiezo se produjo el domingo pasado en un pequeño país balcánico: Albania. El primer ministro saliente, Edi Rama, del Partido Socialista, con una apuesta netamente europeísta, resultó reelegido para un cuarto mandato por mayoría absoluta frente al candidato de la derecha, el expremier Sali Berisha, que había recibido el apoyo explícito de la Heritage Fundation y la colaboración del ex codirector de campaña de Trump, Chris LaCivita. Lejos de sufrir desgaste, Rama mejoró sus resultados del 2021.

Otros resultados electorales en Europa han sido más ambivalentes. Los comicios del 23 de febrero en Alemania los ganaron con claridad los democristianos de Friedrich Merz, que han acabado formando gobierno con los socialdemócratas. Pero los ultras de Alternativa para Alemania (AfD), que coquetean con postulados neonazis y tienen el apoyo explícito de la istración Trump, se colocaron como segunda fuerza con el 20,8% de los votos. En las elecciones municipales parciales del 1 de mayo en el Reino Unido, los ultranacionalistas de Nigel Farage quedaron en primer lugar, con mayor número de escaños. Y el día 4 los rumanos votaron masivamente (41%) por el ultra George Simion, fan declarado de Trump, en la primera vuelta de las repetidas elecciones presidenciales.

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Hoy domingo, tres países europeos vuelven a las urnas. Rumanía otra vez, en la segunda vuelta de las presidenciales, donde Simion sigue como favorito (con el alcalde de Bucarest, Nicusor Dan, como principal rival). También Polonia vota en unas presidenciales, en las que la coalición de gobierno actual aspira –de la mano del alcalde de Varsovia, Rafał Trzaskowski, que encabeza los sondeos– a desalojar al partido ultraconservador Ley y Justicia de su último reducto de poder. Y finalmente Portugal, que celebra elecciones legislativas tras la caída del Gobierno el pasado marzo. En el país vecino, la favorita es la Alianza Democrática del ex primer ministro conservador Luis Montenegro, seguida de los socialistas y solo en tercer lugar –con un respaldo en torno al 17%– la extrema derecha de Chega.

El resultado de todos estos comicios mostrará hasta qué punto Europa es capaz de generar suficientes anticuerpos contra la deriva ultraderechista alentada desde América o si, por el contrario, el Viejo Continente está cediendo terreno frente a los antígenos del trumpismo.

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