Con la llegada de las altas temperaturas, muchas personas tienden a recurrir a las bebidas frías para refrescarse. Sin embargo, la nutricionista Lucía Redondo, especializada en salud integrativa y psiconeuroinmunología (PNI), ha querido hablar sobre el posible impacto de estas bebidas en nuestra salud digestiva.
“La bebida durante las comidas no debería estar nunca fría”, afirmó de manera contundente, subrayando cómo la temperatura del líquido puede afectar el funcionamiento del estómago.
La experta explicó que, aunque el tipo de bebida ideal varía según el clima, durante las comidas el criterio es universal: el agua o cualquier líquido ingerido no debe estar a baja temperatura. “Se ha demostrado que las contracciones gástricas necesarias para hacer el proceso digestivo se reducen si bebemos agua fría”, aseguró.
Esta ralentización, según Lucía, puede provocar una sensación de digestiones más lentas y pesadas, interfiriendo así con el correcto aprovechamiento de los nutrientes.
Lucía también diferenció entre tipos de clima y la mejor manera de hidratarnos en cada uno. “Si vives en un lugar donde hay mucho calor seco, como en Madrid o en León, es preferible consumir bebidas calientes, infusiones, caldos, incluso bebidas picantes con jengibre o con pimienta”, comentó.
Esta práctica es común en culturas de zonas desérticas, ya que el objetivo es favorecer la sudoración, abrir los poros y ayudar a regular la temperatura corporal de forma natural.

Agua fría
Por contra, en climas con humedad, como el de Valencia, donde reside la nutricionista, sí es recomendable tomar bebidas frescas (aunque no heladas) fuera de las comidas. “Aquí una bebida fresca puede ayudar a refrescar nuestro cuerpo”, apuntó.