El 20 de mayo de 2025 ha marcado un antes y después para ellas. Siempre han sido Las Berrocal, pero ahora más que nunca. El clan de cuatro mujeres, capitaneado por Vicky Martín Berrocal como personaje principal del papel couché desde hace años, traspasa ahora la cuarta pared y nos deja conocer como es su día a día. El de la diseñadora, pero también el de su madre Victoria, su hermana Rocío y su hija Alba. Su docu-reality en Movistar Plus+ ya está disponible.
El caso es que antes del estreno el nombre de estas cuatro mujeres ha estado en boca de todo el mundo, en el marco de una promoción sobre este innovador proyecto en el que abren las puertas de su vida y de su corazón a la audiencia. Sin necesidad de quedarse en lo superficial, e incluso incidiendo en asuntos tan peliagudos como la doble vida que el padre de Vicky llevó cuando ella era pequeña. Todo explicado con pelos y señales. Con sus luces y sus sombras. ¿Es un acierto o es error exponerse de este modo?
Visión de experta
Una especialista en marca personal de autoridad analiza ‘Las Berrocal’
Nada mejor para desgranar los pro y los contras de atreverse a protagonizar un formar parte de un programa de estas características que la visión de una especialista. Ana Jiménez (@ana_jmnez), experta en marca personal de autoridad, señala en declaraciones para La Vanguardia “esta apuesta tanto un potencial enorme como riesgos considerables, especialmente para una figura tan consolidada como Vicky Martín Berrocal”.
“Un formato como reality y hacerlo junto a la familia revela una estrategia clara por parte de Vicky: la consolidación de su marca a través de la autenticidad y la cercanía. En un momento donde la audiencia busca conexiones genuinas, exponer la dinámica familiar, sus peculiaridades y, sí, también sus conflictos, puede generar una empatía profunda”, expone también nuestra experta. Y es que sí, ante todo, es de recibo poner sobre la mesa que hay una parte muy positiva.
El cartel promocional de 'Las Berrocal'.
Sobre todo para Vicky, el punto de unión, que consigue humanizar su marca y, según dice Ana, puede “mostrar el lado más personal”, cosa que “la despoja de cierta imagen de inaccesibilidad que a veces acompaña a las figuras públicas”. A fin de cuentas, la especialista alude a que en Las Berrocal “la vemos en su rol de madre, hermana, hija, amiga”, y eso precisamente también sirve para expandir su universo.
En el foco mediático
El ‘reality’, una forma de mantenerse en el primer plano y generar ingresos
“El reality refuerza las marcas personales del resto de los de la familia y crea un ecosistema de influencia que puede ser muy rentable”. Por algo tan sencillo como que, tal y como nos explica Sánchez, “los realities son imanes de conversación”. Es decir, son generadores de lo que hoy día se conoce como engagement, “manteniendo a las Berrocal en el foco mediático”.
Esa presencia en los medios no deja de ser un método de diversificación de ingresos. “Más allá de la televisión, un reality abre puertas a nuevas colaboraciones, patrocinios y oportunidades comerciales, apalancándose en la visibilidad generada”, resalta Ana. En cualquier caso, nada de esto obvia bajo la visión especializada que “la exposición inherente a un reality es un arma de doble filo”, porque “si bien la autenticidad es valorada, traspasar ciertos límites puede tener repercusiones negativas en la percepción pública”.
Vicky Martín Berrocal con su hermana, su hija y su madre.
“El punto más espinoso”
La doble vida del padre de Vicky, un asunto difícil de afrontar
“El delicado tema de la ‘doble vida del padre’ es, sin duda, el punto más espinoso. La decisión de abordar una cuestión tan íntima y, en su momento, dolorosa para la familia, en un formato público, es arriesgada”, manifiesta también Ana. De ahí que es importante tener en consideración que “si no se gestiona con suma delicadeza, la audiencia podría percibir una exposición excesiva de un trauma personal, lo que podría generar rechazo o la sensación de que se está monetizando el sufrimiento”.
De hecho, tal es la crudeza de un relato como este que “la narrativa sobre este tema podría afectar la imagen de todos los involucrados, tanto los directamente afectados como quienes lo exponen”. Ana Sánchez recalca, pues, que “la clave estará en cómo se narra y se contextualiza”, en un llamamiento a la coherencia para evitar “que el relato se distorsionara y se sacrificara esa autenticidad que siempre han proyectado”.