Desde una cafetería cualquiera, donde el café se enfría entre confidencias, la psicóloga Silvia Congost escuchó una conversación que la impulsó a encender la cámara. Una chica recomendaba a su amiga no contestar a su pareja para hacerse “la dura”. La escena, tan cotidiana como reveladora, le sirvió para lanzar una reflexión tajante sobre cómo nos estamos relacionando en pareja.
Cuando el amor se convierte en teatro
Congost: “Una relación sana no se construye a base de castigos, silencios ni estrategias”
“Me ha llamado, pero no voy a contestarle, porque así dejo espacio y que me eche de menos. Me ha dicho para quedar, pero bueno, le voy a decir que no, y así me hago más la interesante. Se ha portado mal y he decidido que no voy a escribirle, no voy a hablarle en tres días, y así que aprenda”, escuchó Silvia.
Su reacción no se hizo esperar. “¿Qué estamos? ¿En parvulitos? ¿Estamos en la escuela? ¿Estamos en secundaria? ¿Dónde estamos y con quién?”, cuestiona con ironía en el vídeo publicado en su cuenta @silviacongost.
La psicóloga, con más de una década de experiencia en el acompañamiento terapéutico a personas con problemas de autoestima y dependencia emocional, lo tiene claro: una pareja no es un proyecto educativo. “Estamos hablando de una relación de pareja, estamos hablando de una relación horizontal. No estamos aquí para educar, para enseñar, para hacer de maestros, ni para hacer de madre de nuestra pareja”, advierte.
En su análisis, cualquier vínculo basado en estrategias para provocar reacciones o castigar comportamientos es una alerta roja. Porque si necesitas recurrir a tácticas de “ausencia calculada” o “frialdad fingida” para que el otro reaccione, “no estás con la persona que tienes que estar”.
Silvia Congost pone el foco en una idea tan sencilla como olvidada: en una relación sana, no debería hacer falta esconderse detrás de máscaras ni medir cada gesto. “Si tú eliges a alguien, tiene que ser alguien con quien sientes que puedes fluir, que puedes ser tú, que te sientes a gusto”, afirma.
Para la psicóloga, el esfuerzo real debe dirigirse a estar en vínculos donde la naturalidad no tenga que pelear con la estrategia. “Tienes que sentir que fluye y que puedes ser tú mismo al 100 % estando en esa relación, y que no te tienes que forzar, no te tienes que frenar, ni tienes que impedirte ser quien eres de verdad”.
Su mensaje es contundente: si la dinámica se sostiene en artimañas, castigos encubiertos o juegos psicológicos, no es amor: es desgaste.